viernes, 28 de julio de 2017

Viejos...

Qué pena llegar a viejos. Si, es una frase que hemos oído muchas veces, y es que es verdad, es una pena.
Qué pena perder facultades físicas y mentales, qué pena que tu cuerpo no te permita seguir haciendo lo que hacías, y tu mente no sea capaz de retener ya ni la lista de la compra.
Cuando te quieres dar cuenta, tienes que dejar de hacer lo que te gusta, porque ya no puedes. No puedes leer las letras pequeñas, no oyes como antes, no tienes fuerza, las piernas no te acompañan, y ya no tienes ganas de casi nada.
Qué pena.


Qué pena ser viejo y estar solo. Sin nadie que te ayude a ponerte los calcetines, a acarrear las bolsas del supermercado, sin nadie que te acompañe al médico, al que ya visitas más que a tus propios amigos, de los que apenas sabes nada...

Qué pena tener la piel arrugada, que el dolor de lumbares ya sea normal, que no puedas tomar sal, nada de alcohol y mucho caminar, y que levantarte del sillón sea una odisea...

Qué pena que tu hija, esa por la que dejaste de fumar, de salir, de viajar, de tomarte unas cañas con los amigos, a la que le limpiaste mil veces la caca y llevaste mil veces al pediatra, esa que te tuvo años sin dormir del tirón, la que era el centro de tu vida, por la que te preocupabas por sus notas, por sus amigos, por sus novios, esa a la que le comprabas ropa bonita, y a la que después le dabas dinero para sus cosillas mientras encontraba trabajo, esa a la que le tenías la mesa puesta y la comida hecha, la habitación limpia y su postre favorito, esa, ahora te hable de esa manera.


Esa que cuando se te cae un poco de agua del vaso, te grita como si hubieras derramado ácido sulfúrico en su cara. Esa que nunca tiene tiempo para llevarte al médico, que hace años que no te sonríe, que no te da besos ni te acaricia. Esa que piensa primero en sí misma, y después, si acaso, en ti. Esa para la que eres una molestia y así te lo demuestra cada día olvidando que existes.

Esa a la que dedicaste tantos años de tu vida, de tu esfuerzo y de tu ilusión, ahora te habla con malos modos, te grita, y te hace sentir una mierda, simplemente porque tiene cosas mejores que hacer, según ella...

Ayer entré en los servicios de un centro comercial. En la puerta había una silla de ruedas vacía, y dentro se escuchaba a una mujer diciendo:

"Ay mamá por dios! La que has liado! Lo has puesto todo perdido de agua! Qué barbaridad! Qué desastre! Si es que no se puede abrir el grifo así! Qué horror! Desde luego vaya tela!! Qué desastre! Ves como no teníamos que venir? Y ahora qué??? Mira todo lleno de agua!!"

Mientras la abuelilla estaba de pié, callada.

Yo entré en el WC pensando que a esa tiparraca había de decirle 4 cosas, porque no se puede permitir que una hija le hable así a SU MADRE. Ni en público ni en privado. No.
También pensé que seguramente, si me metía donde no me llamaban, podía recibir otro puñado de voces, pero eso no me preocupaba tanto como el mal rato que estaba pasando esa mujer, que siendo de la generación que es, lo de recibir voces en público le avergüenza más que salir a la calle sin peinar.


Me dan mucha ternura los abuelos. Esos que ya tienen menos tiempo por vivir que el vivido, los que ya no deciden sobre nada y simplemente, se dejan llevar por lo que les depare la vida y dispongan sus hijos. Están en una etapa de sus vidas en la que se parecen más a un bebé que a un adulto. Torpes, despistados, desmemoriados, sensibles...

Están en un momento de su vida en el que ya necesitan cuidados, cariño y comprensión. Ellos no andan lento porque quieran fastidiarte, no. Ni olvidan las cosas para que tengas que volver a la farmacia 7 veces, ni se pasan la vida viendo la televisión porque les apetezca, no.
Ellos ya no tienen la energía que tienes tú, ni las ganas, ni la columna se les dobla lo suficiente para ponerse los zapatos. Se dejan humillar y ni siquiera tienen fuerza para pararte los pies.
Lo pasan mal, se empiezan a dar cuenta de sus limitaciones, y lo pasan mal. Poneos en su lugar, que algunos ya estamos rondando los 50, y empezamos a notar esas limitaciones a pequeñas dosis...

Cuando salí del baño ya no estaban. Suerte que tuvo la tía estúpida. Al salir del servicio, la ví andando a toda marcha llevando la silla de ruedas vacía, mientras la abuela iba 100 metros detrás, a su paso, poco a poco.
Pufff!!... La edad me ha enseñado a no meterme donde no me llaman, pero esa me estaba llamado a voces....


Hace un mes o así, me pegué un resbalón y pasé un lindo sábado en urgencias. En las 7 horas que está uno allí, le da tiempo a observar mucho. Demasiado.
Chicas cojas con su novio. Maridos mancos con su mujer. Mujeres doloridas con su hijo. Hombres mayores con su esposa.
Y también, una hija con su madre. La hija de unos 45, la madre de unos 80. Pues la misma situación dantesca.
La madre en silla de ruedas, muy delgada y arrugada, con un moratón en la cara impresionante, el ojo ensangrentado, el brazo lleno de sangre, y una cara de tristeza que dolía más que todo lo demás.
Y esa hija, con cara de estúpida, muy nerviosa y mirando a su madre con cara de asco.
Qué asco.
De pronto la madre parece querer decirle algo, con muchísima dificultad, y ella sin dejarla terminar, le grita en una sala de espera repleta:

"QUE TE CALLES, EH? TE HE DICHO QUE TE CALLES, QUE YA ESTÁ BIEN!"...
. . .

Hostia. 
Dios es sabio y me hizo estar coja para que no pudiera abalanzarme sobre ella y arrancarle el pelo ese de mierda que tenía a manotazos. Tremenda malnacida!


Si, yo no sé la historia de esa madre accidentada y esa hija con botas de montaña un sábado por la mañana. Quizá tenía planeada una excursión con los amigos y después comer choto por ahí, y su madre se cayó y le fastidió el plan. No sé. Esa señora ensangrentada no tenía pinta de haberse tirado por las escaleras por gusto, ni siquiera para fastidiarle el sábado a su hijita. Apenas podía moverse ni hablar, y allí estaba la pobre, rodeada de 80 personas, que veíamos cómo su dulce hija, a la que un día le tuvo que quitar 6.000 pañales llenos de caca, la trataba con la punta del pié.
Yo siempre le digo a mi hijo que a las personas mayores hay que tratarlas con respeto, simplemente por ser MAYORES. Y punto.
Que no lo vea yo hablarle mal a ninguna persona mayor, porque se queda sin dientes.

No entiendo qué lleva a algunos hijos a tratar mal a sus padres. Quizá no tuvieron una infancia feliz por cualquier motivo, y ahora se están vengando de ellos. Cuando uno es padre, entiende muuuchas cosas que no se pueden entender sin serlo. Un hijo te roba la vida, te quita el sueño, te deja sin descanso, sin amigos y sin dinero, y aún así, es lo que más quieres en el mundo. Porque es TU hijo, sólo te tiene a tí mientras nace y es pequeño, depende de tí de adolescente, y cuando es adulto, se olvida un poco del sacrificio que ha significado para tí el tenerlo, porque hace su vida, forma su familia y tiene su trabajo, y apenas le quedan los domingos para ver un rato a sus padres, si es que viven.


Es muy injusto, si, pero es así.
A los viejos hay que tratarlos con cariño, hay que hacerles agradables sus últimos años de vida, porque han pasado muchos cuidándote a ti, y ahora tú eres lo que eres, gracias o a pesar de ellos, para bien y para mal. Es tan fácil como pensar en cómo te gustaría que tus hijos te trataran a ti cuando llegues a ser viejo. Pues trata a tus viejos así.

No hay razón lógica para gritarle a una mujer de 80 años en la sala de espera de un hospital delante de 80 personas. Ni para liar la de San Quintín porque derrame un poco de agua en un baño de un centro comercial. NO.
Empatía es lo que falta en muchas personas, y generosidad para con quien la ha tenido toda contigo.
Si así las tratan en público, no quiero imaginar cómo lo harán en privado.

Ya sabemos todos más o menos de lo que va la vida. Para unos es o ha sido más fácil que para otros. Pero a los abuelos, a nuestros padres, hay que tratarlos bien, nos den los sustos que nos den, nos fastidien los planes que nos fastidien, y nos den el trabajo que nos den, porque antes, hemos sido nosotros los que les hemos dado sustos, les hemos fastidiado, y les hemos jodido mil planes. Durante muchos años.
Y ellos no tenían las cosas tan fáciles como las tenemos nosotros.
Así que ahora, nos toca a nosotros cuidarlos.

Ya van dos, a la tercera os prometo que me meto donde no me llaman.

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sábado, 22 de julio de 2017

Decepción

Todos sabemos lo que es.
Todos la hemos sentido alguna, incluso demasiadas veces.
Cada uno a su manera.


Reconocedlo. A todos nos han traicionado alguna vez.
Engañado. Mentido. DECEPCIONADO.
O al menos, así nos hemos sentido.

Hay amigos que nunca debiste considerar como tales. Hermanos que nunca lo debieron ser, parejas que te exprimieron, jefes que te explotaron, simpañeros que te traicionaron...
Esa sensación que te entra en ese preciso instante en el que eres consciente de que esa persona no es honesta contigo. Decepción.


Cambia su actitud, enfría su sonrisa, corta el hilo sin contar contigo, deja de formar parte de tu vida. Corta. Sin más. Pero sin decir nada, sin decirte por qué ha decidido alejarse.
Y al mismo tiempo, juega a que nada ha cambiado, y en esa actitud ya te estás dando cuenta de que te está mintiendo mirándote a los ojos. Esa mirada fría en la que ves que su boca dice una cosa y su pensamiento otra. Frío.
Que asco de gente. Coño, sé sincero, sé honesto, dí la verdad y evita quedar como lo que eres. Y de camino evitas hacer daño a quien te ha creído y ha confiado en ti.

Esa impresión de una milésima de segundo que cambia tu vida por completo. Entera.
Ya no será lo mismo nunca más.

Tardas unos días en volver a la normalidad mental, según haya sido la intensidad de la relación. Y sientes frío. Como si hubieras perdido a alguien, como si alguien hubiera muerto.

Es raro. De repente alguien a quien consideras tu AMIGO, tu HERMANO, tu PAREJA, tu JEFE, a quien quieres y admiras, sale de tu corazón haciendo un agujero del diámetro de una bala. Y ya no está. Porque esa persona te ha decepcionado y no tiene sentido mantenerla en tu entorno ni en tu mente. A tomar por culo.


Y la vida se presenta dispuesta a volver a llenarse de nuevo, con nuevos amigos, otra pareja, otro jefe. Todas tus costumbres de los últimos años, desaparecieron para siempre. Curiosa sensación. Liberadora y emocionante a la par que triste. Fuerte a la par que vulnerable.
Muy dura. La DECEPCIÓN. Pero emocionante a la vez. Renovadora.

Todos sabemos qué sensación es esa. En menor o mayor intensidad, pero sabemos qué se siente.
Pero la decepción no es lo peor. La decepción viene precedida de algo imprescindible para que llegue a ocurrir, y que es lo más asqueroso del mundo mundial: LA MENTIRA.


Te decepcionas cuando alguien te falla, te traiciona, te engaña, te falta el respeto, te manipula, te utiliza: TE MIENTE.
Si nadie te mintiera nunca, jamás podrías ser decepcionado, porque la decepción viene de darte cuenta de que te han mentido.
Podrías sentirte utilizado, ofendido, negado, insultado. Pero no decepcionado.

Y es que, el que te decepcionen aúna el haber sido utilizado, ofendido, negado, engañado e insultado. Y un poquito humillado también, por hacerte sentir como la persona mas imbécil del planeta, por haber sido tan poco inteligente de ser amigo, serle leal o enamorarte de alguien que no es honesto, y no haberte dado ni cuenta. O por haber confiado en alguien, o por haberle considerado uno más de la familia, o por haberle prestado tu ayuda cuando tanto la necesitaba. Imbécil te sientes.
Pero ya no tiene arreglo. Y aprendes. Otra vez.


Hay gente que no sabrá de qué estoy hablando. Esos son los decepcionadores. Los que decepcionan. Están en el otro lado, por eso no saben lo que se siente de verdad al ser decepcionado, aunque se quejen de que a ellos les decepciona todo el mundo. Y ellos se lo pierden, ojo. Porque es una de las sensaciones más fuertes que un ser humano puede sentir.
Ni el tan sobrevalorado amor es un sentimiento tan fuerte.

Cuando eres joven te decepciona todo el mundo todo el tiempo. Amigos, hermanos, novios, vecinos, profesores, padres... Y te hartas de llorar todo el tiempo.
Cuando eres viejo, ya no te decepciona casi nadie. No.
Pero no porque de viejo no encuentres decepcionadores, que los sigue habiendo. Sino porque ya no nos creemos la imagen que nos dan los demás en un principio. Ya vamos con pies de plomo, y no es tan fácil que te creas a nadie del todo, y por ende, que te acaben decepcionando. Un poco sí, pero vamos, a los dos días te has olvidado de que existen.

Aunque oye, siempre hay alguno que te la mete doblada. Y eso te pasa por esperar de alguien lo mismo que le das, o más de lo que puede o quiere dar, que no todo el mundo es capaz de dar lo que recibe, los hay que prefieren recibir sin molestarse en dar, y claro, esos te decepcionan antes, durante, y después.
Chupópteros emocionales se les llama coloquialmente.
Josdeputa les llamo yo.
En el fondo, el que decepciona suele ser una persona cobarde, frustrada, insegura, amargada, egoísta, celosa, que no se encariña de verdad aunque actúa como que sí, que utiliza a los demás a su antojo mientras le conviene, para conseguir lo que quiere, y te quita de encima cuando piensa que ya no puede sacarte lo que venía buscando, y así, cuando dejas de interesarle, cambia de dirección sin avisar, y ahí te quedas. Y le da igual. Y por eso a tí te sienta tan mal, porque no te lo esperas. Porque te ha mentido, no porque se haya descubierto como gentuza, ya que sin saberlo, te ha hecho un favor.


En fin, amigos, tengan cuidado con quien les rodea. No es oro todo lo que reluce, y hay gente que parece una cosa, y después es otra.

Gente interesada, oscura, con doble cara y doble moral. Es fácil distinguirlos, porque esas personas, no tienen amigos de verdad. Sólo conocidos, y hasta puede que muchos, con los que salir de cañas, ir de viaje o ir a un concierto. Pero con nadie se comportan tal y como son, siempre llevan puesta su careta, mientras tú, aunque lo notas, no quieres darte cuenta, porque sueles confiar en los demás, hasta que te demuestran lo contrario. L@s hay que se sienten tan poca cosa, que los verás siempre rodead@s de gente que los adula sin parar (aunque no lo piensen de verdad), porque esos son los que les hacen sentirse más que los demás. En cuanto dejen de adularles, dejan de interesarles. De libro.

Amigos, parejas, vecinos, jefes, hermanos... Cualquiera puede estar engañándote. Sólo hay que hacer caso a las alertas que te da tu cerebro, porque si lo pienso, a todas y cada una de las personas que me han decepcionado en mi vida, las veía venir, A TODAS (si, y a todos). Desde el principio notaba algo raro, no eran naturales, siempre tenían una mirada como de estar pensando algo en segundo plano...

Una característica de los decepcionadores/as, es que suelen hablar fatal de sus ex parejas y ex amigos, incluso de algunos que aún lo son, y alardean de lo bien que se portan ellos con todo el mundo, pero curiosamente no suelen mantener amistades verdaderas de muchos años, a no ser que les interese por alguna razón, claro.



Pero como no hay mal que por bien no venga, a fuerza de practicar, aprendemos, y ponemos en "modo ON" la alarma de gente oscura, y ya no entra ninguna más en nuestro círculo (o casi, alguno se cuela pero dura poco). Ya los tenemos calados. Todos actúan igual. Qué tontos no habernos dado cuenta antes...
¡¡Y no será porque no se les ve el plumero!!

Pero bueno, lo importante es darse cuenta, y poner a cada uno donde debe estar. Solos, haciendo un papel todos y cada uno de los días de su vida, cambiando de careta según con quien estén, y viviendo una vida de mierda y vacía. Es lo que tiene ser falso, que acaban más solos de lo que estaban, porque al final, acaban rodeados de gente igual de falsos que ellos.
Si, por mucho que quieran negarlo, es evidente.


Y encima, los malos siempre somos los demás... Vaya, qué casualidad, que todos somos malos malísimos menos tú que eres la hostia y todo te sale mal.
Ayyyyyy... Habéis olvidado que el tiempo lo pone TODO en su sitio, menos las ojeras y las patas de gallo. Se siente.

Con lo fácil que es ser honesto y natural, sin más adornos ni más tonterías, e ir por la vida siendo claro...
Pero claaaro, entonces algunos estarían solos desde que nacen, porque no habría dios que les aguantara. Tienen que hacer teatro para ser aceptados por los demás, y dar una imagen que nada tiene que ver con la realidad, qué pena...

Decepción es lo que te hace sentir ese tipo de gente, la que se miente hasta a sí misma.
¿Qué puedes esperar de ellos? Pues eso, MENTIRAS.

En fin, el premio por ser falso es esa maravillosa falsa vida de mierda que tienen que vivir, a ver si reflexionan un poco y se dan cuenta de que tanta mala suerte no podía ser casualidad. Que hubieran sembrado otra cosa... Aunque para algunos quizá ya sea un poco tarde...

Y como dicen por ahí, "Dios, no se queda con nada de nadie"...
Y el universo, tampoco.

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sábado, 8 de julio de 2017

¿Orgullo patrio?

Os jodéis.
Que hoy hemos estado toooodo el día igual-que-los-dependientes-de-asaderos-de-pollos-en-agosto-un-domingo-de-verano-a-medio-día-en-el-puente-del-Carmen-y-recién-cobraos, y mañana, hay que salir con pantalones de pana, camiseta térmica, jersey de lana, ánorak de alta montaña, guantes de nieve y botas de Alaska, y nos lleva el vendaval que en 30 segundos rompe árboles y dobla vallas publicitarias.



Así es Graná. En Mayo tienes que salir con medio armario encima por si acaso.
Y en Junio lo mismo, pero con piedras en los pies pa no volarte.
Hay-que-joderse.

No podía haber nacido en cualquier otro recóndito lugar, no.
He tenido que nacer aquí, en Graná. Hay que joderse.



Pero eso no es lo peor...

La gente normalmente está muy orgullosa de su madre-patria. Matan por ella. Se da golpes en el pecho a la vez que dice: "Mi Graná"
Y cuando se emborrachan, ya es una exaltación del nacionalismo que da hasta miedo. Y hasta lloran de lo que quieren a su Graná, aunque tengan a la mujer harta de palos o de cuernos. Ea.
Orgullo máximo oye.

Como si tuviera algún mérito haber nacido en un sitio o en otro. Como si el pobre negrito en el culo del mundo más pobre que una rata, tuviese el mismo mérito que un alto ejecutivo neoyorkino de éxito laboral, emocional, familiar, y forrao.

Pues mira no. La vida no es igual de difícil para unos que para otros. Resulta que más orgulloso está el cazurro que, como máximo clímax en su vida, va con el raeguetton a tó volumen en el coche, e imagina que el Granada le mete 29 goles al Barsa, que los pijos de la muerte que viven en la zona "in" de la ciudad, sanos y guapos, ricos y amables, y que lo tienen todo. 
Estos no se dan golpes en el pecho diciendo "Mi Graná". Y son los que mejor viven. Pero no están orgullosos de su tierra. Curioso. Será porque estos pueden viajar y ven que esto no es pa tanto...



No sé, yo no le tengo especial cariño a donde me ha tocado nacer. Yo no lo he elegido. Me ha tocado y punto. Anda que si llego a poder elegir, iba a haber elegido yo nacer aquí. Puff.
Antes muerta.

Menuda ciudad de miiiiiierda cateta de los cojones, por muy bonita que digan que es, aunque pa mi, Córdoba le da 300 vueltas y no chulea tanto. Que te miran raro si no estás dentro de lo que ellos entienden por "normal", que cuchichean cuando pasas por su lado, que piensan mal por sistema. Qué asco de gente sin vida propia. Verás como en Londres, en Nueva York o en Barcelona mismo, no pasa eso.

Que si, que es precioso embrujo de los moros de la Alhambra en una noche de verano de luna llena en el Albayzín al olor del azahar. Pero que te clavan por una ensalada con vistas y al bajar te roban a punta de navaja.

Y vaaaaya tela con la gente, estúpida, tacaña, desconfiada, falsa, cara-ajo, y catetopijos que son los granaínos (que también los habrá buenos, pero hoy toca hablar de los chungos).
Todos, los ricos y los pobres. 

Todos tienen las mismas pulgadas de Smart TV. Todos van a Almuñécar en verano, todos comen en McDonalds alguna vez, todos van al Nevada a la vez, y a Kinépolis al menos una vez al mes. Y ya que estás, pasas por Decathlón.

Ah! Y también por Mercadona, que está carísimo y cada vez hay menos variedad, pero no se les pasa por la cabeza, dejar ya de una puta vez de ir a Mercadona si no les gusta, y comprar en las tiendas de barrio que es todo más bueno. Eso no queda bien, y hay que aparentar tener más dinero que el de enfrente siempre y comprar en sitios más caros. Y cuanto más grande sea el caballo de la camisa, más rico eres.
Lavín qué asco.

Y no se te ocurra llevar rastas o unos pantalones de esos hippies, que puedes tener 4 carreras y ser más buena persona que to graná junta, que te escupen por las pintas.
Y yo he nacido aquí. Hay que joderse.


Vamos, que si digo que no me gusta Graná, puedo ser bombardeada por el Ejército Ruso y los Kazas alemanes en un segundo.
Laviiiiiiirgen! Que no pasa ná! Que no te tiene que gustar por cojones la ciudad donde has tenido la suerte o fortuna de nacer! Que no!

Que para el de Ondárroa, su ciudad es la mejor, y para el de San Vicente de la Barquera, la suya. Que es absurdo chulear de ciudad, que no tienes ningún mérito por ser de una ciudad o de otra, que la que más y la que menos está llena de basura, de socavones y de gente menos solidaria que Bin Laden. Pero claro, es tu ciudad y es la mejor.

Pos vale.
El premio al orgullo ciudadano se lo llevan, entre otros, los sevillanos. No he visto gente con más amor pasional por su ciudad, sus parques, sus vírgenes, su santa semana y sus puentes. Es alucinante.

Pero a lo que iba. Granada. Graná. Tremenda cosa. Que dicen que es preciosa, y a la vez tenemos el Guiness de mala follá y de tacañismo. Qué bonito. Una ciudad preciosa llena de gente estúpida y agarrá.


¿Supongo que en Madrid, Bruselas o Cuenca también habrá estúpidos y agarraos, no?
¿O estamos todos aquí?
Aunque la verdad es que la proporción de estúpidos asusta...

Menuda gilipollez lo de asignar a cada ciudad/país una etiqueta. Las cordobesas no pueden ser feas, los ingleses guapos, las portuguesas finas, los italianos de fiar, las alemanas femeninas, los españoles trabajadores, las francesas vulgares, ni los argentinos fieles... ¡Pues habrá de todo!

Esa noche de partido, en la que desde las 4 de la tarde ya hay gente aparcando en las inmediaciones del estadio, todos ataviados con su uniforme rojiblanco, tan bonicos ellos, avanzando cual marabunta hacia ese monstruo lleno de gradas, para una vez allí, desahogar todas sus frustraciones en modo de insultos hacia el equipo visitante... Oh. Qué orgullo. Si si si. Aúpa mi Graná!


Ahora, eso sí, a todos estos que abarrotan estadios, no les vayas a pedir que acudan con la misma euforia a defender sus derechos a una manifestación, que a eso ya irán otros.
Menos mal que al ser tantos, no somos todos tan tontos.
También hay gente buena y solidaria, pero cuesta mucho encontrarlos. Y cuando los encuentras, están escondidos, sin gritar a los 4 vientos que lo son, no vayan a insultarles por ser solidarios... 

En fin, que menos orgullo patrio, y más cuidar nuestra gente y de nuestro entorno, que dejamos a los mayores en residencias y tiramos las latas de cocacola vacías por la ventanilla del coche, que parece que tenemos vista selectiva y sólo vemos lo que queremos. Que está muy bien estar orgulloso de algo, pero para ello, ese algo debe merecer tu orgullo. Y las cosas no se hacen solas, ni hay que esperar que las hagan los demás, hay que unirse, todos a una, pero eso, en Graná, como que no...


Granada será muy bonita, no digo que no, pero de solidaria, de responsable y de unida, no tiene nada. Aquí cada uno a lo suyo, y a tomarse un heladito en los Italianos, que por cojones tienen que ser los más buenos de Granada, aunque no lo sean.

Y no, no estoy en absoluto orgullosa de ser de donde me ha tocado ser. Estoy orgullosa de mi familia, de mis amigos y de mí misma, pero no de un cacho de suelo donde lo mismo te fríes que te hielas en cuestión de horas, y donde la gente espera sentada a que los demás le solucionen los problemas, y la solidaridad vela por su ausencia. Somos el culo de Andalucía, con un alcalde que robaba y el siguiente invisible no le vaya a regañar su jefa, sin tren, sin metro, sin beneficio alguno de la Alhambra ni de Sierra Nevada (que va enterito para Sevilla y Olé), y con una sanidad tercermundista, y porque no existe el cuarto mundo, que si no, en ese estaríamos ya. Y muchos, hasta que no tengan un accidente y lleguen a Urgencias, no se darán cuenta del desastre que tenemos encima... Y mientras, la Junta de Andalucía chuleando de sanidad pública... JA!


Ea, seguid orgullosos de una ciudad muerta, invadida por los guiris, con las playas llenas y que no nos falte una fiesta, llena de monumentos que explotan otros, y donde cada vez hay menos medios para buscarse la vida, y menos cojones para defenderla y exigir lo que es justo. Pero claro, el Granada C.F. está en Primera, y somos los mejoress!! Oee oee oeee!! Eso es lo importante, ea.

Que viva Graná!... (siempre que se pueda pagar un seguro privado).

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